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En un contexto de envejecimiento de las poblaciones, aumento de la diversidad y necesidades cada vez más complejas, a lo que se suman los retos que afrontan los sistemas tributarios y la privatización de los servicios sociales, se ha producido un movimiento hacia una mayor integración, personalización y coproducción de los servicios. Sin embargo, es poco probable que este cambio cultural pueda conseguirse sin invertir y promover un cambio en relación con el personal. Los elementos y el alcance de esa reforma han sido un tema de intenso debate en el seminario que la Red Social Europea (ESN) celebró en Bratislava en los días 15 y 16 de noviembre de 2016.

Planificación y gestión del futuro personal

Los servicios sociales suponen un 5-10 % de la economía europea y de acuerdo con un estudio de la Comisión Europea de 2014, el número de trabajadores del sector se ha incrementado pese a la crisis económica. Sin embargo, el personal que trabaja en los servicios sociales se caracteriza por realizar un trabajo intensivo, son principalmente mujeres y con sueldos bajos, hay una alta rotación, y se dan elevados niveles de estrés y agotamiento.

Con el fin de afrontar estos retos, durante las conversaciones se trataron diversas estrategias de planificación y gestión. Los científicos sociales del centro de conocimientos IRISS pusieron en marcha un proyecto para prever diversas posibles situaciones futuras. La mejor situación futura posible sería aquella en que la prestación de servicios se centrara cada vez más en resultados y los servicios pasaran a ser modelos integrados de trabajo conjunto. Probablemente estarían financiados por presupuestos comunes mientras que la evaluación conllevaría una valoración y retroalimentación de los usuarios de los servicios y sus familias con el fin de pasar gradualmente a una especie de coproducción.

La formación y el registro son claves para mejorar la calidad

En cuanto a la educación y la formación, el personal de los servicios sociales suele incluir, por lo general, dos clases de trabajadores. Los primeros son un grupo de personas más capacitadas, como trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales o educadores sociales. Como consecuencia del plan Bolonia, en la mayoría de los países la titulación mínima en trabajo social es un título de pregrado. Sin embargo, existe diferencia entre la teoría y la práctica en cuanto al trabajo social. Las posibilidades para hacer frente a esta diferencia incluirían la mejora de las becas durante los estudios universitarios, la participación de los usuarios de los servicios en la universidad y la introducción de las tecnologías en el plan de estudios.

En segundo lugar, hay un grupo importante de trabajadores con menos cualificaciones. Entre ellos hay cuidadores que pueden ocuparse directamente del cuidado de los usuarios o que pueden prestar ayuda a los profesionales del trabajo social. Las cifras varían de un país a otro, pero se estima que más de un 50 % de los cuidadores sociales no tienen una titulación relevante. El registro y la mejora de la regulación en relación con el personal que trabaja en los cuidados podría contribuir a facilitar la formación inicial y continua y el desarrollo continuado.

La armonización de las titulaciones podría afectar a la movilidad

La libre circulación de trabajadores figura en los tratados de la UE, pero solo un 3,7 % de los trabajadores de la UE vive y trabaja en otro país de la UE. Sin embargo, faltan datos sobre el número de profesionales que trabajan en el sector de los servicios sociales. Eso puede deberse al hecho de que, a diferencia del sector sanitario donde se han armonizado los requisitos mínimos de formación y los médicos certificados están automáticamente autorizados a ejercer en cualquier lugar de la UE, los gobiernos nacionales y la Comisión Europea aún no han tratado la armonización de titulaciones en el sector de los servicios sociales. La armonización podría contribuir a promover la movilidad, lo que, a su vez, podría ayudar a solucionar el problema de contratación de personal.

El futuro

En las conversaciones quedó claro que el punto de partida para planificar el tema de los trabajadores es reconocer la gran diversidad existente entre el personal que trabaja en servicios sociales. Mejorar la regulación podría ayudar a asegurar que todos los profesionales del sector estuvieran registrados para poder acceder a formación y desarrollo. El personal está envejeciendo por lo que cada vez resulta más importante atraer a más personas a la profesión. Teniendo esto en cuenta, surgieron muchas ideas en las conversaciones, como los programas de contratación específicos para hombres, jóvenes e inmigrantes. El uso de las tecnologías para prevenir el personal futuro, formación y trabajo con los usuarios puede jugar un papel importante en ello.